La Hermandad de San Esteban se incorporó hace dos años a la iniciativa que promueve la Delegación diocesana de Pastoral vocacional denominada “Red de oración por las vocaciones”, comprometiéndose a dedicar la oración semanal comunitaria del tercer martes de cada mes , para rogar al Señor por las vocaciones al sacerdocio en nuestra Archidiócesis.
Según nos informa la Pastoral vocacional hace apenas un año y medio que se puso en marcha la Red de oración por las vocaciones y ya cuentan con centenares de inscripciones individuales y numerosas grupales. Esta iniciativa nace para que todos tomemos conciencia de la urgencia de sacerdotes en la Iglesia, y concretamente en nuestra Iglesia de Sevilla. Así nos lo recuerda muy a menudo monseñor don Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla, quien en su carta pastoral de 17 de abril de 2016 nos decía :
«Por ello, invito a todos los fieles de la Archidiócesis a pedir insistentemente, hoy y todos los días, “al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies”. Os pido también que os impliquéis en esta pastoral, que es tarea de toda la comunidad cristiana, especialmente de los sacerdotes, consagrados, catequistas, educadores y padres. Las familias cristianas han sido siempre el manantial del que han surgido las vocaciones. Un clima familiar sereno, alegre y piadoso, iluminado por la fe, y en el que se vive la comunión y la unidad entre sus miembros, favorece el florecimiento vocacional. De ahí la relación estrecha entre la pastoral vocacional y la pastoral familiar. Me dirijo ahora a los sacerdotes y consagrados de nuestra Archidiócesis, a quienes urge antes que a nadie esta pastoral preciosa. Invitad a los jóvenes a plantearse su futuro vocacional, orad con vuestras comunidades por las vocaciones»
Así desde el martes 18 de septiembre a las 20:30 horas en la Iglesia de San Esteban, todos pediremos al Señor por las vocaciones sacerdotales a través de esta oración:
“Dios Padre nuestro, tú nos has dado generosidad cuando hemos decidido seguirte, y tú mismo has sido el que la ha renovado en los momentos de tribulación. Cada día, como hiciste con Jacob, nos dices: “Yo estaré contigo”, y nuestro corazón se alegra en ti. Nosotros, Padre, animados por esta filial confianza, acudimos a ti para que nos envíes santos sacerdotes administradores de tus misterios, y poder crecer así la santidad de todo el pueblo.
Salve, Santa María, esperanza de todo mortal, vaso predestinado eternamente. Purísimo incensario de oro, que contuviste a la Trinidad excelsa, concédenos las humildes súplicas que presentamos ante ti, para que Cristo, tu hijo, nos envíe numerosos trabajadores de su Reino, que se entreguen totalmente para la santificación de nuestros hermanos. Amén.”
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